miércoles, 29 de diciembre de 2021

DESAYUNO AMERICANO

Los golpes que le propinaron en la infancia fueron determinantes. Lo más cabrón fue que nunca supo por qué lo castigaron. Siempre habló del temor que paralizaba todas sus acciones pero, no sabía de dónde venía el miedo. Con la mirada y el sentido del gusto chapoteando en el café mañanero se le vinieron recuerdos de la niñez: amarga, pero en el fondo, el aroma exquisito de los bellos momentos. Color y nota de la bebida matizaron la remembranza: golpes, castigos, falta de cariño y algunos destellos de alegría flotaban casi en el borde de la taza. Dio un sorbo y sintió cómo el pasado se le atoró en la garganta. Deglutió y, la tantita alegría que nadaba en el negro líquido, se escurrió por el esófago hasta perderse en las entrañas. Lo demás, se quedó ahí, ahogándolo.

     El olor a café los guio hasta su cadáver.



FUNÁMBULA

                                                                                      A las madres buscadoras


Vio a la melancolía caminando sobre la mirada. Movió la vista, pero la tristeza se mantuvo en la invisible cuerda floja. Siguió firme, sin red de protección, tratando de cruzar. La desdicha continuó, perdió el equilibrio y cayó en la fosa clandestina. 

     Cabello, piel y huesos secos intensificaron el desconsuelo.

LA AVERÍA


La manita empuñó una piedra, golpeó: dos peladuras marcaron la pared. Ella miró a su hijo, a la travesura y de nuevo al niño. El regaño se deslizó por la mirada e hizo añicos las pupilas de Alán. Unos hoyuelos aparecieron sobre sus mejillas y dijo: “mira mamá, la pared tiene ojos”. Hasta hoy, la madre y la abuela conservan una sonrisa.

     Si Las Paredes Oyen: ¿por qué no habrían de ver?


MDT: Ramón Santoyo Duran

Verano de 2019

Hermosillo, Sonora.


lunes, 13 de julio de 2020

UNA VISIÓN COMPLEMENTARIA DE HEROÍNA: DRAMA HISTÓRICO NACIONAL



                                      “…el que no quiere a su patria no quiere a su madre…”

                                                                                                                  Calle 13

Heroína: drama histórico nacional escrita por Aurelio Pérez Peña tipografiada y
publicada en Guaymas en 1897, es una obra teatral que presenta “de bulto”,
según su autor, los acontecimientos de la gesta heroica de la defensa de
Guaymas contra los filibusteros franceses el 13 de julio de 1854. Heroína fue
descubierta por Robert McKee Irwin en la Biblioteca de Bancroft de la
Universidad de California en Berkeley; esta pieza, dice McKee Irwin, parece ser
el primer libro publicado en Sonora. Pero no sólo este hecho le da importancia
sino que, además, en el lector, avezado o no en temas literarios o históricos,
puede provocar reflexiones de diversa índole. Para los guaymenses la memoria
colectiva y la tradición juegan un papel muy importante en lo general; para los
que poseen un contexto cultural amplio, en lo particular, la visión será más
aguda y crítica. La emotividad y el intelecto, afloran por separado en estos
grupos de personas y puede decirse que, los dos aspectos, en algunas
circunstancias (en cualquiera de los grupos) y en lectores ajenos a esta
población de Sonora, pueden sintetizarse.

Es necesario precisar lo anterior porque una de las intenciones, según se
percibe en Heroína, es transmitir la emoción y el sentimiento patrio con
respecto al intenso hecho histórico vivido por los guaymenses en julio de 1854.

En el drama, se conjuga la emotividad, la sensibilidad y el valor de la mujer con
la mentalidad estratégica, la decisión y el arrojo de los varones. Estas posturas,
aparentemente paralelas, muestran una instantánea de fuerte cohesión social,
que sin lugar a dudas, fue determinante para lograr la victoria en contra de los
franceses.

La importancia que se le da a Doña Loreto Encinas de Avilés y a Doña
Guadalupe Cubillas en la obra, manifiesta el interés de Pérez Peña por darle
relevancia a la participación de la mujer en este significativo hecho de armas: el
título de Heroína confirma esta intención. Doña Loreto y Doña Guadalupe, una
en prosa y otra en verso, se personalizan a través del parlamento; es decir, con
palabras y acciones se van “construyendo” a sí mismas. Por supuesto, que el
recurso teatral, hace que el lector conforme la imagen respectiva de las
insignes damas aunque la intervención de éstas, en los sucesos del 13 de
Julio, es mínima; da la impresión que el autor intenta desplazar a los
protagonistas masculinos a segundo término. Además de estos dos personajes
femeninos, incluye a una mujer del pueblo que lleva a sus hijos de 10 y 12 años
frente al General Yáñez y los pone a su disposición. Ante esta noble actitud, el
General expresa con vehemencia el importantísimo rol de la mujer y de los
guaymenses en esta acción bélica. Es indudable, que Pérez Peña, para exaltar
a los Héroes del 13 de Julio, magnifica el corazón amoroso de la mujer, que
sin disparar un solo tiro, vibra al unísono, con el corazón guerrero de los
defensores. Son los personajes femeninos, el medio por el cual el dramaturgo,
en mayor medida, le da importancia a la emoción y al sentimiento de amor a
Guaymas y a México. Cabe aclarar, que el momento final de la batalla se narra

en apoteótico diálogo entre Doña Loreto y el viejo Moreno; personajes que sólo
portan las armas del coraje, la decisión y el patriotismo en grado superlativo.

Por otro lado, los personajes masculinos tienen otras características: los
franceses son ambiciosos, audaces, valientes, etcétera; a los mexicanos los
distingue la nobleza, la lealtad, también la valentía, la decisión, el arrojo, el
pundonor y a través de los parlamentos, aportan datos importantes y, con ellos,
se va tejiendo la historia del desarrollo de los acontecimientos. Algunos hechos
se mencionan y, otros, se explican un poco más; éstos conforman el contexto
de Heroína del periodista Aurelio Pérez:

El contrato del gobierno con los franceses.
Entrevista de Raousset con Yáñez.
La política de Napoleón.
El interés del Conde por obtener beneficios.
Comentario del rompimiento de relaciones con el presidente Santa Anna
en 1852.
Las propuestas del Gobierno Mexicano a los franceses.
El regreso de Raousset.
El pago a los franceses por sus servicios de acuerdo al contrato.
El bienestar que traerían los franceses para Sonora.
La pelea en la cantina del puerto.
El acuartelamiento de la Guardia Nacional.
Ultimátum de los franceses al General Yáñez.

El plan de ataque defensivo del General Yáñez (estrategia).
Jorge Martinón y sus alumnos se ponen bajo las órdenes de Yáñez.
Los patriotas del Puerto se arman.
Arenga del General Yáñez y la decisión de luchar hasta morir.
El combate hasta las últimas consecuencias.
Sentencia al Conde Gastón De Raousset-Boulbon.

Los hechos enlistados son los que anudan la trama de Heroína; se
sustentan en los distintos textos de historiadores que escribieron sobre la
defensa de Guaymas y otros temas relacionados con este importante suceso.
Por supuesto que en el drama se presentan de manera sucinta y es la
brevedad, recurso idóneo para esta pieza, la que puede estimular al lector a
interesarse más en los detalles históricos de esta gesta. Existe la posibilidad de
que surjan preguntas al leer la mencionada obra de teatro y, entonces, se
tendrán que revisar las fuentes originales de donde se recopilaron los datos
económicos, políticos y sociales que articulan el drama.

Es posible, que lo primero que se le ocurra al lector de Heroína, sea saber
un poco más sobre los motivos que tuvieron los franceses para dirigir su mirada
hacia Sonora. Hay que recordar que a De Raousset-Boulbon se le caracteriza
como ambicioso, aventurero y audaz; pero, ¿cuáles son los motivos que
provocaron el deseo de incursionar en el noroeste de México?, ¿cuáles fueron
las acciones en las que participó el Conde Raousset? y ¿cuál es el papel que
jugaron Doña Loreto Encinas, Doña Guadalupe Cubillas y el General José
María Yáñez?

Humboldt, con su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España
había impresionado a europeos y norteamericanos con descripciones sobre
este territorio, principalmente, en lo que se refiere a la gran riqueza que se
manifestaba en su entorno natural. En los últimos años de la época colonial, el
barón divulgó la leyenda de la riqueza de Sonora, afirmando que había grandes
cantidades de oro y enormes pepitas de peso extraordinario, aunque señaló,
que la falta de agua y los ataques de los indios no habían permitido que la
minería se desarrollara. Al terminar la guerra de independencia muchos
extranjeros llegaron a México, en sus libros y escritos, se refirieron a la leyenda
de la riqueza de Sonora. Beltrami, de origen italiano, autor de Le Mexique uno
de los primeros trabajos en donde se habla de esta región, afirmaba que
Sonora (Sonora y Sinaloa) tenían una gran cantidad de minas y recursos
naturales, pero que no se habían explotado; tal aseveración la hacía sin
conocer estas tierras.

Los franceses tuvieron una destacada labor de divulgación de la riqueza
del noroeste de México e instalaron, en la mente de los lectores, la idea de la
abundancia. Viajeros como Cyprien Combier, que realmente anduvo por estas
tierras, en su libro Voyage au Golfe de Californie consideraba la minería como
uno de los grandes atributos de la riqueza de Sonora; incluso el texto contenía
un mapa en donde se señalaban las minas de la región; la visita de Combier se
realizó entre 1828 y 1831. Otro personaje Eugene Duflot de Mofras llegó a
México en 1840 y, autorizado por el gobierno francés, recorrió desde Nueva
Galicia hasta la región de Oregon con la finalidad de observar las ventajas
comerciales de estos lugares. En 1844 publicó un libro en el cual afirmaba que

la riqueza principal de los departamentos de Sonora y Sinaloa era la minería,
tanto de oro como de plata, y que estos metales se encontraban por todas
partes. Aseguraba, también, haber visto en Hermosillo granos de oro de
algunos kilos de peso.

A mitad del siglo XIX, al descubrirse oro en California, los franceses
estimaron que, por la cercanía con el noroeste de México, en Sonora también
debería haber grandes cantidades del codiciado metal. Años antes de la
intervención francesa en México muchos escritores como, Duplessis, Ferry,
Dommartin, Ampere, De Fossey utilizando diversos géneros y provenientes de
diferentes actividades, se dedicaron a ponderar la riqueza tanto minera como
agrícola de Sonora y escribieron para que la idea de la colonización de esos
lugares permeara en Europa. Algunos, con exceso de imaginación, exageraron;
a otros, los guiaba un interés determinado; sin embargo, la leyenda se quedó
flotando en Francia y sacudió la codicia de los políticos, de los hombres de
negocios y de los aventureros.

De todos los viajeros y escritores merece mención especial Michel
Chevalier: conocía los libros que habían publicado otros autores sobre el tema,
era reconocido por sus estudios en economía política y se le consideraba el
responsable de la política comercial en Francia durante el gobierno de
Napoleón III. No sólo transmitía sus propias ideas en sus obras sino, también,
los objetivos del Emperador con respecto a la intervención francesa en México
y, por ende, en Sonora. Afirmaba que Napoleón pretendía evitar que los
Estados Unidos invadieran al continente americano para lo cual era pertinente

una emigración muy selecta de europeos que obstaculizaran las pretensiones
de los norteamericanos. A los mexicanos, según los galos, les convenía
aceptar la ayuda porque obtendrían ciertas ventajas como: hombres
preparados para explotar la riqueza minera y agrícola, protección contra los
ataques de los indios y, sobre todo, detener las ideas expansionistas de los
norteamericanos; según se pensaba, México podía perder la fabulosa riqueza y
el territorio de Sonora. Por supuesto, la ayuda era adjetivada por ellos como
generosa, aunque bien se sabía, del interés estratégico y económico que los
animaba.

En agosto de 1850 el Conde Gastón De Raousset llegó, como buen
aventurero, a San Francisco California atraído por la fiebre del oro, ciudad que
abandona para dirigirse a la ciudad de México. Allí firma contrato con una
compañía minera, pero en realidad su intención no es la explotación de las
minas sino la de tomar posesión de Sonora y declarar su independencia. La
compañía lleva pertrechos como para librar una guerra y desembarca en
Guaymas con 240 hombres en junio de 1852; las armas y el comportamiento
altivo de los franceses hacen que las autoridades del lugar y la población
sospechen de los recién llegados. De Raousset y sus fuerzas, quienes
protegían a la expedición de la compañía minera llegaron a Hermosillo y, ahí, el
ímpetu y la audacia mostrada por el Conde en Guaymas se acentuaron
considerablemente y los problemas no tardaron en manifestarse.

La verdadera intención del Conde Raousset salió a la luz. Camino a
Arizpe, adonde se dirigían por orden del Comandante Blanco, el Conde, dudó

de la pertinencia de obedecer al militar y determinó que no era conveniente
acatarla porque sus ambiciosos proyectos podían fracasar; así, en cuanto la
expedición llegó a Cocóspera, de inmediato trató de convencer al Coronel
Giménez (director de la expedición) para que tomara el mando de la fuerza
francesa, se pronunciara por la independencia de Sonora, no ir a Arizpe y
dirigirse al Sáric donde los esperaban el resto de la gente. Giménez se negó,
pero ofreció guardar en secreto las pretensiones del Conde quien se dirigió al
Sáric a tratar de concretar sus aviesas intenciones. Al no encontrar a nadie que
apoyara su plan, Gastón De Raousset se lanzó decididamente sobre
Hermosillo, derrotó al Comandante General del Estado Don Miguel Blanco y se
apoderó de esta ciudad el 14 de octubre de 1852. Algunos días después, el
General Blanco recibió tropas de refuerzo y pudo derrotar a Raousset antes de
que atacara a Guaymas, obligándolo a capitular (en el rancho de san José de
Guaymas).

Después del fracaso de su primera expedición, De Raousset estuvo en
Mazatlán recuperándose de su quebrantada salud; luego, se dirigió a San
Francisco California con el ánimo de regresar a la tierra que lo había fascinado
por su riqueza. Llevaba consigo algo más: los conocimientos y la experiencia
necesaria para, según él, hacer realidad sus planes de conquista e
independencia de Sonora. El Conde sigue firme en sus propósitos y tiene
comunicación con personalidades francesas y norteamericanas; hasta que la
caída de Arista y la caótica situación de México le abren una posibilidad a
través de Santa Anna. Éste lo nombra Teniente Coronel del Ejército Mexicano y
da instrucciones al Cónsul en San Francisco para que soldados franceses

vengan a luchar contra los apaches y proteger a los mexicanos. Por supuesto,
que dichos soldados, prestan sus servicios al Conde Gastón De Raousset.
Cuando las autoridades se dan cuenta del error, ya los franceses en número de
400 se han embarcado en el Challenge el 2 de abril de 1854.

El 1 de julio de 1854 De Raousset desembarca secretamente en Guaymas
y lo primero que hace es concertar una entrevista con el General Yáñez, éste
acepta y, con toda decencia, le comunica al Conde que no tiene autorización
para reconocerlo como jefe de los voluntarios franceses, ni puede ratificar los
derechos de la compañía minera porque sólo al supremo gobierno le
corresponde decidir sobre dichos asuntos. Gastón De Raousset no queda
satisfecho y como no logra intimidar al General, se dedica a preparar sus
siniestros planes. Mientras, Yáñez, se organiza para cualquier contingencia y
decide conversar con los que conforman el batallón francés, pensando en la
posibilidad, de contrarrestar los proyectos del testarudo Conde. En esa reunión,
el General les recuerda las obligaciones y compromisos que habían adquirido
con la nación y sugiere se elabore un acta en donde se declare la voluntad de
cumplir con lealtad a sus deberes. Los oficiales y voluntarios se niegan a
firmarla. Yáñez se dirige al Coronel Desmarais y le hace ver las condiciones del
contrato; de aquí se derivan una serie de argumentos y respuestas en donde
se ve claramente la mano del Conde Raousset-Boulbon. Las intrigas de éste
obligan al General Yáñez a disponer de sus pertrechos de guerra, acuartelar a
su ejército, a los famosos Urbanos de Guaymas y a establecer estrategias para
la defensa del puerto.

El 13 de julio de 1854 el General Yáñez hace el último intento para
conciliar y lograr que los voluntarios extranjeros depusieran su belicosa actitud.
No obtuvo éxito y, a pesar de los esfuerzos por evitar el enfrentamiento, todo
parecía indicar que el ataque de los franceses, para tomar el puerto de
Guaymas, era inminente. En esos momentos el patriotismo de los vecinos de
Guaymas se mostraba en todo su esplendor: el maestro Jorge Martinón, de
origen español, se presentó con sus alumnos para participar en el combate; se
dice que entre ellos iba José María Leyva, que después se distinguiría como
notable guerrero yaqui conocido como el indio “Cajeme”. Muchos ciudadanos
pidieron armas para combatir al enemigo y se colocaron en los puntos de
mayor peligro; algunos de los que lucharon: Don Juan Bazosabal, Don Manuel
Sosa, Don Anastasio Amat, Don Inocencio García, don Luis Escobar, etcétera.
Una mujer del pueblo, cuyo nombre pasó desapercibido para la historia, se
presentó ante Yáñez llevando a sus hijos menores para que les diera, también,
un arma. Minutos más tarde se presentó, ante el General defensor, Doña
Loreto Encinas de Avilés conocida y estimada dama de la localidad, para
informarle que los franceses ya habían salido de su cuartel listos para el
combate; los había visto desde su casa situada en el callejón “13 de julio” hoy
avenida Víctor Salazar, más conocido como “el Callejón de los Triquis”.

Los franceses se lanzan al ataque con cuatrocientos hombres; el General
Yáñez defiende sólo con trescientos entre militares y Urbanos de Guaymas
entre éstos: Don Cayetano Navarro, Don Tomás Robinson, Don Wenceslao
Iberri, Don Buenaventura Márquez, Don José Iberri, Don Antonio de la Cruz,
etcétera. La primera sección se avalanza sobre el fortín controlando el muelle y

abre fuego sobre un bote en el que estaba el Comandante de Batallón Don
Manuel Maraboto. Unas secciones se arrojan sobre la calle principal; otras, por
las laterales, llegan a la línea defensiva en donde se encuentra el General
Yáñez. Allí, se combate encarnizadamente; el embate de los franceses hace
retroceder a las fuerzas defensoras tratando de introducirse al cuartel. El
capitán Don Mariano Álvarez fue herido de gravedad. El Conde mismo toma
una de las posiciones a la derecha del cuartel. Por otro lado, los invasores
habían caído sobre la calle principal, se apoderaron del camino que conducía
hacia Hermosillo y los pozos que surtían de agua a Guaymas. Por la izquierda,
en el Hotel Sonora se parapetaban los franceses disparando con precisión
hasta a los soldados que se encontraban al frente del cuartel. El General
Yáñez, ante esta situación, se ve obligado a utilizar la artillería; los franceses
ceden en su ímpetu y los defensores arremeten con nuevos bríos incluso,
hasta con cierta imprudencia, causado por la decisión de no dejar tomar
posiciones a los franceses. La artillería dirige sus proyectiles a la casa de Don
Miguel Díaz y al Hotel de Sonora. Se persigue a los atacantes extranjeros y se
distinguen en esta acción el maestro Jorge Martinón y el subteniente Don
Miguel Gutiérrez. Cae el Hotel de Sonora, les cuesta muchas bajas a los
franceses que huyen al verse totalmente derrotados. El Conde De Raousset
sale por la parte de atrás del Hotel de Sonora y por una equivocación se
encuentra de frente con Doña Guadalupe Cubillas, hermana política del
Vicecónsul Calvo a quien pide refugio y, ésta, con mucha dignidad, le exige al
Conde se descubra en su presencia y entregue la espada, a lo cual Gastón De
Raousset, accede con respeto. El Vicecónsul da parte de la rendición de los
atacantes e intercede por la vida de los sublevados ante el General Yáñez

expresando que fueron engañados por De Raousset-Boulbon. El Conde es
encarcelado en el edificio de las Casas Consistoriales utilizado, en ese tiempo,
como escuela y cárcel. Dicha construcción estaba ubicada en los terrenos en
los que hoy se levanta el Palacio Municipal.

De acuerdo a la sentencia, el Conde fue puesto en capilla en las mismas
Casas Consistoriales en donde estaba preso; se le concedió todo lo que era
posible y humano ante tan especiales circunstancias. El Cura del puerto, Don
Vicente Oviedo, fue el encargado de brindarle religioso consuelo. Raousset se
mostraba firme, imperturbable, sereno y con un temple que evidenciaba muy
poco temor a la muerte. El 12 de agosto, en la plaza del Muelle y frente a un
gran número de guaymenses, el conde pidió dirigir su propio fusilamiento y le
fue concedido. Se dice que lo hizo de pie, los ojos descubiertos y de espalda al
mar. Cabe decir, que el lugar en donde el Conde fue pasado por las armas, se
encuentra actualmente el local de fiestas Ohana, atrás de la plaza de los Tres
Presidentes; en ese tiempo, el mar llegaba hasta la que hoy se conoce como la
avenida Abelardo R. Rodríguez. Sin embargo, el Licenciado Juan Antonio
Ruibal Corella, discrepa de esta información y afirma que el Conde fue fusilado
de rodillas frente al mar. En la presentación del relato Morir Antes Que Ceder
del escritor guaymense Miguel Escobar Valdez, Ruibal Corella dice:

Yo tengo la versión de que el filibustero murió de rodillas y no es invención mía. La
información la obtuve de los autos correspondientes al proceso penal del fallido
conquistador de Sonora, cuyo original se encuentra en el Archivo de la Secretaría de
Relaciones Exteriores.

Como se ve, siempre existirán puntos de vista diferentes entre los
estudiosos de estos temas; pero, mientras las afirmaciones se sustenten con
documentos, corresponderá a los especialistas aclarar, si éstos se apegan a la
verdad histórica o no.

Ante el contexto descrito, quizá resultaría conveniente conocer algunas
características biográficas del Conde Gastón De Raousset-Boulbon, de Doña
Loreto Encinas de Avilés y del General José María Yáñez Carrillo protagonistas
principales de Heroína y, por supuesto, de la histórica defensa del puerto de
Guaymas en julio de 1854.

El Conde Gastón Raoul De Raousset Boulbon (según Pedro N. Ulloa)
nació en Avignon departamento de Vaucluse Francia, el 2 de diciembre de
1817. Provenía de una familia de abolengo de las más antiguas de Provenza.
Desde niño fue muy inquieto y decidido; de carácter indómito; al no poder
disciplinarlo fue expulsado de una escuela dirigida por Jesuitas cuando sólo
tenía 17 años de edad. A la muerte de su madre recibe herencia nada
despreciable y, a partir de 1836, se dedicó a dilapidar su fortuna hasta quedar
totalmente arruinado. Recibió, después de la muerte de su padre, otra
herencia, la que tuvo el mismo fin que la que su madre le dejara. Esta vez, la
perdió en gastos propios de su temperamento y en su activa campaña
electoral, ya que el Conde, quiso escalar los escaños de la Asamblea
Legislativa de Francia.

Don Pedro N. Ulloa describe al Conde, según los que lo conocieron:

…de estatura mediana, bien proporcionada; de movimientos nobles y resueltos; de
cabello sedoso y rubio, que en suaves ondas caía sobre sus orejas; de frente amplia y
despejada, con marcado ceño que reflejaba su audacia y decisión; de nariz recta y
bien conformada; de ojos grandes y claros, cuya mirada indicaba la inteligencia y el
ardor; y de barba suave y corta de color leonado…

Por otro lado, era inquieto, enérgico y decidido; apasionado, soñador,
tenaz e inteligente; además, tenía conocimientos literarios que lo hubieran
distinguido entre los hombres de su época; pero, el carácter indómito y su
ambición, lo condujeron por la senda de la aventura. Cabe decir, que esta
voluntariosa actitud, encaja perfectamente con el tipo de hombre que se
necesitaba para llevar a cabo empresas tan arriesgadas.

Según datos biográficos proporcionados por Mauro Esteban Barrón
Robles, prestigiado historiador guaymense, Doña Loreto Encinas de Avilés
nació en el Real de Nuestra Señora de Baroyeca en el distrito de Álamos el 2
de mayo de 1810, sus padres fueron: Don Manuel Encinas y doña Rosalía
Búrquez. A los 16 años se establece con su familia en la villa del Pitic. El 19 de
abril de 1827 se casa con José de Jesús Avilés y Camacho originario de
Álamos. En 1830 cambia su residencia y se viene a radicar a la villa de San
Fernando de Guaymas en donde nacería gran parte de su numerosa
descendencia: Dolores, Lorenzo, Abato, Alonso, Juan Nepomuceno, Ezequiel,
Loreto, Emeteria de Jesús, Leonardo, Ricardo, Magdalena, Amalia y Florencia
Guadalupe.

En 1847, durante la invasión norteamericana al Puerto de Guaymas, Doña
Loreto siempre estuvo atenta a los sucesos y ayudó al ejército defensor con
todo lo que estuvo al alcance de su mano, mostrando su patriotismo a toda
prueba. Pero el acto heroico que la define es, sin duda, el realizado el 13 de
julio de 1854 cuando dio aviso al General Yáñez, de que las fuerzas francesas
se lanzaban al ataque para tomar el puerto de Guaymas. En la época de
Maximiliano en Sonora se publicó en el Diario del Imperio, que uno de sus hijos
había sido fusilado por José María Tranquilino Almada y, doña Loreto, con su
característico amor a la patria, presentó al General en Jefe de las Fuerzas de
Guaymas, a tres de sus hijos para que defendieran la causa republicana. Doña
Loreto Encinas de Avilés, la Heroína, muere en Guaymas, el 19 de febrero de
1889 a las dos y media de la tarde.

El General José María Yáñez Carrillo nació en el Valle de Santiago
Guanajuato en 1803. Fue hijo de campesinos y a los 18 años de edad se
incorporó al Ejército Trigarante que luchaba por la Independencia de México.
En 1838 contribuyó en la defensa de Veracruz contra los invasores franceses
en la Batalla de San Juan de Ulúa. Ya como General en Jalisco, al mando de
500 hombres y seis piezas de artillería, obligó al ejército invasor de los Estados
Unidos a retirarse. En 1852 fue designado Gobernador de Jalisco, el 19 de abril
de 1854 fue Gobernador de Sonora y, al término de la administración de Santa
Anna, fue declarado Benemérito de Sonora y Jalisco. Posteriormente fue
nombrado Gobernador de Sinaloa. Uno de los hechos militares más notables
de Yáñez fue la Batalla de Guaymas en contra de los invasores franceses, de

la cual, ya se ha escrito lo suficiente en párrafos anteriores. Don José María
Yáñez murió en México en el año de 1880.

José María Yáñez es considerado por sus actos como un hombre honesto,
generoso, tolerante, noble, y con una gran calidad humana; pero, a la vez,
conciliador y enérgico. Así lo describieron algunos de los que reseñaron la
gesta heroica de la Batalla de Guaymas. No se debe dejar de mencionar a los
que al lado de él lucharon con valor como: los militares a su mando, los
Urbanos de Guaymas, los civiles que tomaron las armas decididos a defender
a su patria; así como a las mujeres y a la población en general que, de una
manera u otra, ayudaron a vencer al enemigo invasor.

El relato de los hechos documentados se justifica porque evidencia la
particular visión del autor plasmada en su obra teatral. Si se compara el drama
con la referida secuencia histórica, de inmediato, el enfoque, matiz e
importancia que le asigna a los personajes, e inclusive, a algunas de las
acciones, exhibe la verdadera intención del dramaturgo; además, la síntesis
(es obvio que faltan muchísimos detalles) ayudará al lector, que no tenga la
suficiente información sobre la defensa de Guaymas, a contextualizar el drama.
Es necesario decir, que este ejercicio crítico, es una actividad propia del
intelecto, pero no puede sustraerse la emoción que provoca la lectura, tanto de
la obra teatral como de los textos escritos acerca de la Batalla de Guaymas;
además, la subjetividad del autor de Heroína, con base en la objetividad de los
datos, obliga a interpretaciones que no siempre concuerdan con la ponderación
de los personajes que aporta la historia; es decir, puede exagerar con el fin de

transmitir un matiz diferente de los hechos. El proceso de la comunicación
literaria se da entre el escritor y el lector: uno, crea o recrea; el otro,
complementa.

Con el mismo tema, la emoción también vibra en otros textos, con
distintos matices quizá y posiblemente más apegados a la historia, como en
Morir Antes que Ceder de Miguel Escobar Valdez, publicado por el Instituto
Sonorense de Cultura en el año 2001. Escobar relata la heroica defensa del
puerto de Guaymas con intensa emoción; libera, con habilidad, a los
personajes que se baten con denuedo: bayonetas, espadas, pistolas, rifles y
cañones; destellan, unas; resuenan, otros. Las descripciones son rápidas, casi
fotográficas y, sobre todo, la emotividad escurre de cada línea del relato hasta
convertir las páginas en un mar de orgullo y sentido de pertenencia. Miguel
Escobar es un intelectual, el contexto cultural a flor de labios y de los dedos,
sabedor de que la alquimia entre la emoción y el intelecto los sintetiza. Con
Escobar Valdez se manifiestan los guaymenses, orgullosos de haber nacido
entre las rocas y arena de las playas de Guaymas.

El Puerto es el escenario de la epopeya de 1854. Pérez Peña y Escobar
Valdez, en este escrito citados, se apoyaron en las acciones de este hecho
para inmortalizar, emotivamente, la heroica defensa. Pero no sólo los
intelectuales participan, también surgen los rumores; quizá, por la síntesis entre
la tradición oral, la emoción y el sentido de pertenencia, el pueblo les da vida.
El eco de la historia se mantiene, con pequeñas diferencias, pero
emotivamente comunicadas.

En 1960 se formó en Guaymas un grupo de exploradores llamados “Los
Huaxoros”, recorrían montes y montañas buscando objetos, ruinas y restos
dejados por antiguos pobladores. Formaron un pequeño museo en el cual
instalaron el resultado de su trabajo para exponerlo ante la comunidad.
Pidieron prestada una vieja pistola que se encontraba en el ayuntamiento junto
a la espada de Yáñez, también para mostrarla al público y, la presentaron
como la pistola del General, con tan mala suerte o descuido, que el arma
desapareció misteriosamente. La noticia corrió de boca en boca diciendo que la
pistola del General José María Yáñez había sido robada. Acerca de este rumor,
Mauro Esteban Barrón Robles, prestigiado historiador guaymense, afirma que
no era la pistola de Yáñez porque sólo se tiene noticia, que el General, donó al
pueblo de Guaymas su banda y su espada. Éstas las envió por medio del
diputado Vélez Escalante en 1870. Durante muchos años se creyó que el arma
desaparecida pertenecía al General José María Yáñez. Si la memoria no falla,
los “Huaxoros” eran dirigidos por Oxias Skolding y el museo estaba en donde
ahora se ubican las instalaciones de Bancomer en la avenida Serdán y calle
18.

Según explica Mauro Barrón, los cañones se colocaron en el monumento a
Yáñez, que se construyó en 1920 en el lugar en donde está actualmente la
plaza de la madre; después, se trasladaron a la calle Yáñez y avenida 10 en
donde ahora se encuentra el monumento al maestro y, de allí, en 1985 se los
llevaron al cementerio Héroes Civiles de Guaymas en donde custodian los
sepulcros de Doña Loreto Encinas y del General José María Yáñez. Es
necesario señalar, que los restos del General Yáñez fueron trasladados de la

ciudad de México a Guaymas en 1919, gracias a la gestión de un guaymense
radicado en la capital del país de nombre Miguel Ángel López. Barrón Robles
dice que en realidad los cañones son de barco, no precisamente de la batalla,
que el más grande, es de fines de 1700 y que son más antiguos de lo que se
supone. También se corrió el rumor de que se los habían robado cuando los
movieron para el cementerio; pero, al parecer, sólo se perdió uno de los más
chicos que tenía una especial característica: una bala atorada en la boca del
cañón. El que esto escribe lo recuerda y en los años cincuenta, la muchachada
pregonaba que dentro de él, había dinero que formaba parte de un tesoro (la
imaginación no tiene límite). Posiblemente sea más preciso utilizar la palabra
robo, ya que existen coleccionistas, que pagan grandes cantidades por poseer
objetos históricos.

Por otro lado, las autoridades y asociaciones culturales han honrado la
memoria de los héroes de 1854. En la calle 14 y avenida Serdán se encuentra
la escuela Loreto Encinas de Avilés cuyo nombre se le asigna en honor de la
Heroína. Mauro Barrón supone, que ese centro educativo, se terminó de
construir en 1948 y se inauguró en los primeros meses de 1949. Dicha
conjetura se debe a que, en ese mismo sitio, estaba la escuela Baja California
y se demolió el 20 de marzo de 1948 para construir otra. Fue el ingeniero
Rodríguez Matty el encargado de los trabajos quien, también, edificó la escuela
Ignacio R. Alatorre.

El 13 de julio de 1994 al Gobernador del Estado Lic. Manlio Fabio
Beltrones Rivera le correspondió inaugurar el Recorrido 13 de Julio y develar

las placas que se colocaron en los lugares donde sucedieron los hechos
principales de la Batalla de 1854. Este Recorrido, se lleva a cabo cada año
para conmemorar la Heroica defensa del Puerto. El evento fue propuesto por la
Sociedad Guaymense de Historia del Noroeste siendo su presidente el Dr.
Héctor Manuel Aguilar Loza; este organismo cultural se encargó de la
investigación histórica y de comprar el bronce que se utilizó para las placas.
Éstas, sin costo alguno, fueron fundidas y grabadas en los talleres de la IV
Zona Naval, ahora IV Región, de la Secretaría de Marina. El Ayuntamiento de
Guaymas, encabezado por el Alcalde Edmundo Chávez Méndez, apoyó
económicamente en la construcción de las bases de concreto en donde se
colocaron las placas conmemorativas.

La placa que corresponde al lugar en donde estuvo el cuartel del General
José María Yáñez se encuentra colocada en la calle 19 y Serdán, a escasos
metros de una parada de camión; todavía existe una vieja barda del cuartel en
el estacionamiento del mercado Santa Fe. Otra, en la calle 25 y avenida Víctor
Salazar, marca el sitio de uno de los cuarteles de los franceses, porque el otro,
estuvo en lo que fue la casa de los Iberri Carpena y de la familia Cházaro
ubicada a espaldas del templo de San Fernando. El lugar en donde estaba la
casa de Doña Loreto Encinas está marcado con otra placa, pero ésta se colocó
unos metros hacia el norte porque una gran puerta impedía su instalación;
actualmente está una vivienda propiedad de la familia Mexía. La placa que
señala el sitio en donde el Conde Raousset fue fusilado, está sobre la plaza de
los Tres Presidentes, pero debiera situarse en donde ahora se encuentra el
salón de fiestas Ohana porque en 1854 hasta ahí llegaba el mar. La búsqueda

de estos lugares en el Registro Público de la Propiedad la llevó a cabo el
investigador guaymense Mauro Barrón Robles.

Para conmemorar el 150 aniversario de la Batalla del 13 de julio, en el año
2004 se organizó, por primera vez, el Festival del Mar Bermejo; el nombre se
debe a que Francisco de Ulloa, quien descubrió Guaymas el 18 de septiembre
de 1539, llamó así al Golfo de California. Es un evento cultural en donde se
presentan diversas actividades artísticas de gran calidad; además, con motivo
del sesquicentenario, se editaron libros como: La Jornada Gloriosa de Alfonso
Iberri (1939) y el Folleto Conmemorativo de la Memorable Jornada del 13 de
Julio de 1854 en Guaymas de Pedro N. Ulloa. Con el apoyo del Instituto
Sonorense de Cultura se mandaron libros a escuelas y bibliotecas; también, se
repartieron entre el público en general.

En febrero de 1998, teniendo como marco las fiestas del Carnaval
internacional de Guaymas, se organizaron eventos culturales y, entre ellos, los
Juegos Florales “Loreto Encinas de Avilés”. El nombre lo propuso la Presidenta
Municipal Sara Valle Dessens con la finalidad de rendir un homenaje a la
heroica dama. El poeta ganador resultó ser el joven Alejandro Arturo Ramírez
Arballo con el poema “Sexto”. Un dato curioso, el autor de Heroína, Aurelio
Pérez Peña, ganó el segundo lugar en los Juegos Florales de Guaymas en
1903, con el poema “Canto a Rosales”. Lo interesante es, que Alejandro Arturo
Ramírez Arballo, es descendiente del dueño de la imprenta donde se tipografió,
en 1897 la obra teatral de Pérez Peña: Heroína: drama histórico nacional en
donde tiene papel preponderante Doña Loreto Encinas de Avilés. Se asegura lo

anterior porque Don Juan Ramírez Cisneros, a través de Juan José Ramírez
Lizárraga, confirma que en los talleres de Don Aniceto Ramírez Castillo (abuelo
de Don Juan) se tipografiaron varios libros y, además, se editaba el periódico El
Correo de Sonora. Parece ser que Don Juan ignoraba que la obra de teatro de
Aurelio Pérez había sido impresa en el taller de Don Aniceto. En la actualidad,
algunos miembros de la familia Ramírez siguen siendo impresores y todavía los
guaymenses recuerdan El Diario, vespertino que circuló por muchos años en el
Puerto. El joven poeta Alejandro Arturo Ramírez Arballo es sobrino de Don
Juan Ramírez Cisneros e hijo del conocido comunicador porteño Alejandro
Ramírez Cisneros. El más antiguo referente de las imprentas de los Ramírez,
es de 1880.

Sin embargo, estos esfuerzos (y otros que se hicieron en el siglo pasado)
no han sido suficientes para que la gesta heroica de 1854 sea conocida con
más detalles. Los ciudadanos guaymenses saben lo que la fecha significa y
tienen conocimiento del hecho e, incluso, algunos datos de dos o tres
personajes, pero hasta ahí. Son las autoridades educativas quienes deben
establecer las estrategias para que la población y el país conozcan los actos
heroicos de nuestros ancestros, la valentía y la decisión de defender a México
aun a costa de sus vidas. Fomentar el valor de estas acciones para que en
circunstancias similares, no se claudique ni se traicione a la patria. Que no se
quede la conmemoración en el oropel de la fiesta sino que el ejemplo perviva
en el corazón de los mexicanos.

Es notorio, que en la actualidad, el sentido de pertenencia y el patriotismo
han decaído visiblemente. En lo particular, esto se debe a que los valores han
cedido paso al poder absoluto del dinero; basta escuchar opiniones de no
pocos adultos y numerosos jóvenes al respecto para corroborar tal apreciación.
En lo general, en el nuevo orden mundial, las características del capitalismo se
subliman y la ambición se agudiza, de tal manera, que la riqueza poco
explotada de algunas naciones, es la codicia de los internacionales grupos de
poder. “Los Raousset contemporáneos” se frotan las manos pensando en la
abundancia real (no en la leyenda) de los países en vías de desarrollo. La
invasión ideológica y cultural avanza decididamente. Los señores del dinero se
preparan para la guerra económica y, de ser necesario, utilizarán la fuerza.
México peligra y no hay quien enfrente al enemigo invasor, al contrario, éste
recibe todas las libertades para lograr sus ambiciosos proyectos, como los
franceses, en tiempos de Arista y de Santa Anna. La historia parece repetirse,
con tenues o marcadas diferencias.

                                                              MDT. RAMÓN SANTOYO DURÁN
                                                              OCTUBRE DE 2012
                                                              HERMOSILLO, SONORA.

viernes, 22 de noviembre de 2019

SALVADOR LOYA VILLALOBOS NO SE OLVIDA


                            

                               POLVO ERES


                                                       “Soy un puño de tierra echado al viento”
                                                                                             Jaime Labastida


Si dices que ese polvo se cuela por las comisuras
de puertas y ventanas
es así
si dices que ese polvo tiene ojos
boca
manos
así es
y si dices que ese polvo tiene corazón
así será

Yo te digo:
ese polvo es cuerpo quebrantado
vivo
errante
y se eleva en espiral hacia la vía láctea:
espiral de espirales
“espiral de vida”

Polvo Argos
polvo Argo
Argonauta cósmico
rescatas el “Bello Sino “
te reconstruyes
y un hilo de luz
se enreda en el ovillo del universo

Polvo
luz
destello
Eres




                                                                      MDT. RAMÓN SANTOYO DURÁN
                                                                      22 DE NOVIEMBRE DE 2019
                                                                      HERMOSILLO, SONORA.

viernes, 26 de octubre de 2018

Salvador Loya Villalobos, un hombre bondadoso y humano hasta el extremo

Hace décadas:
Rubén Acosta, Arturo Angulo, Chalo Pérez, Ramón Santoyo y, mi gran amigo, Salvador Loya Villalobos que hoy cumple ocho años de vida. Salvador Loya Villalobos no se olvida. 26 de octubre de 2018.



Hoy, 26 de octubre de 2018, cumple ocho años más de vida el gran amigo Salvador Loya Villalobos, un hombre bondadoso y humano hasta el extremo, trabajador incansable y maestro de muchas generaciones de jóvenes guaymenses. Todos los que formamos este grupo lo conocemos y, estoy seguro, que no lo olvidaremos jamás. Salvador Loya Villalobos, eterno compañero, sigue venciendo al olvido y, como el ave Fénix, surge de las cenizas para seguir viviendo entre nosotros. Salvador Loya Villalobos no se olvida.



jueves, 26 de octubre de 2017

¡VIVA VILLA CABRONES!




domingo, 21 de noviembre de 2010
¡VIVA VILLA, CABRONES! Salvador Loya Villalobos




El hombre que aparece a la derecha de la foto, con camisa a cuadros, fue el maestro Salvador Loya Villalobos, quien tenía uno de los valores morales más preciosos y escasos en esta sociedad que nos tocó vivir: la lealtad. Por eso, tres días después de enterarme de su muerte le pedí al profesor Ramón Santoyo Durán (a la izquierda en la fotografía) un comentario que nos permitiera recordar su partida. Como sabíamos muchos, era un experto en la historia de Francisco Villa.

El maestro Santoyo nos regala el siguiente escrito con el cual deseamos informar un poco de la excelente personalidad de Salvador.

¡VIVA VILLA, CABRONES!

Debo aclarar, que el título de este escrito, no representa la personalidad de un maestro ejemplar como lo fue el Licenciado Salvador Loya Villalobosº: sencillo, respetuoso, sincero, amable, bondadoso; pero en su preferencia por los personajes de la Revolución Mexicana, no hay otra frase que la describa mejor. Profundo conocedor de las distintas etapas históricas de nuestro país, colocó siempre el acento en la controvertida figura de Doroteo Arango; el “General”, como él lo llamaba, absorbió gran parte de su atención intelectual y de su tiempo.

Salvador Loya Villalobos, fue un acucioso investigador de la actividad revolucionaria y política de Francisco Villa; conocía a detalle cualquier faceta del “General”; relacionaba distintos aspectos (sociales, políticos, económicos) que le permitían análisis a fondo y llegar a conclusiones que, a veces, no coincidían con las sustentadas por algunos estudiosos de la vida militar y política del “Centauro del Norte”. Ejemplo de esto son las certeras aclaraciones que hacía a conferencistas sobre un dato erróneo o no habían enfocado con precisión un punto y dejaban tambaleante la figura de Villa. Defendió siempre a su “General”, pero lo hizo con sencillez, casi con humildad y, sobre todo, con conocimiento de causa y en el marco de un respeto absoluto a los detractores de Francisco Villa.








Salvador fue un historiador nato, por placer; no buscó reconocimiento académico alguno en esta disciplina; pero lo que sí deseó con vehemencia fue un mundo más justo y equitativo. Fue un hombre que prefería el camino de la izquierda, bueno, servicial, trabajador y responsable hasta el extremo. Quería un México diferente, por eso la gran admiración hacia los revolucionarios representados por su “General Villa”. No escribió obra sobre su personaje predilecto (sí artículos y dictó conferencias); pero hizo algo mejor, grabó en el corazón de miles de sus alumnos los trágicos y emotivos acontecimientos de la Historia de México tan sólo con el amor, su voz y su Sapiencia; inculcó la crítica constructiva y enseñó que el verdadero ciudadano debe luchar por la justicia y por los que menos tienen. En sus funerales, alguien murmuró: “Se fue el último de los villistas”. No sé si sería el último o el primero, pero de lo que estoy completamente seguro es, que como él, hay muchas personas en el mundo: sabias, estudiosas, eruditas, críticas y que dejan en su comunidad un excelente ejemplo de lo que debe ser un hombre de bien. Hombres que, alejados de las “candilejas académicas”, luchan para que su pueblo despierte y viva con dignidad. Hombres con valores extraordinarios y congruentes en el decir con el hacer; que combaten todos los días, y van dejando en los demás la sensación de que no todo está perdido y encienden en el ambiente social la flama de la esperanza.

Para concluir, quisiera escribir una frase que no pude gritar ante el cuerpo de Salvador y entre los aplausos de despedida de cientos de sus amigos:

¡VIVA SALVADOR LOYA, CABRONES!

 


º Salvador Loya Villalobos era originario de San Juan Balleza, Chihuahua (1945).
Llegó a Guaymas, Sonora, en septiembre de 1970 como Técnico en Motores de Combustión Interna, egresado del Tecnológico de Chihuahua, a trabajar como docente en el CECATI No. 23.
Un año después prestó sus servicios en el Taller de Refrigeración y Aire Acondicionado en el CECYT 200 (ahora CBTIS No. 40) hasta obtener tiempo completo.
Contrajo matrimonio en 1974 con Araceli Cota Sánchez originaria de Guaymas y formó su familia procreando cuatro hijos: Salvador, Javier y los gemelos César y Ángel.
En 1980 inició sus estudios en la Escuela Normal Superior del Estado de Baja California Sur en la Licenciatura de Ciencias Sociales hasta obtener el título.
En febrero de 2009 se jubiló de su labor docente.
El 26 de octubre de 2010, “se jubiló de vivir”, como dijo el Ing. Héctor Luna Garza, exdirector del CBTIS No. 40.
M.D.T RAMÓN SANTOYO DURÁN
HERMOSILLO, SONORA
4 DE NOVIEMBRE DE 2010.

Este escrito fue publicado por pimera vez en el blog de mi amigo Arnulfo Castellanos Moreno y lo reproduzco, en común acuerdo con él, para conmemorar los siete años de vida del inolvidable maestro: SALVADOR LOYA VILLALOBOS.